martes, 30 de septiembre de 2008

Vicky Cristina Barcelona

No sé lo que quiero,
sólo sé lo que no quiero.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Diario de una ninfómana



Diario de una ninfómana es una breve porción biográfica con olor a sexo. Un relato donde la autora comparte sus vivencias con el lector, cómplice de unos secretos tan íntimos que prácticamente se siente un voyeur al pasar cada página.
Muchos conocemos a la francesa Valerie Tasso por sus incursiones en programas de televisión o radiofónicos, pero antes se doctoró en Sexología y mucho antes fue puta.

Este falso diario se basa en tres grandes pilares mediante los cuales el lector podrá conocer a la autora. Valerie relata tres etapas que marcaron su vida y que la convirtieron en la mujer que es hoy.

En el primero abundan las descripciones sobre encuentros sexuales con desconocidos y viejos amantes - como el árabe Hassan, quien adora introducirle botellas de Coca Cola por la vagina- . Aquí la autora se muestra como una mujer desinhibida y dispuesta a experimentar. Una mujer a la que le gusta disfrutar y hacer que los demás disfruten.

Estas historias se ven interrumpidas cuando ella se enamora de Jaime, el segundo gran ítem de su diario. Con él descubre el amor y, a pesar de tener relaciones sexuales satisfactorias, llega a reconocer que "el sexo para mi ha pasado curiosamente a un segundo plano". Ahora sabe que el sexo no es su único mecanismo para sentirse querida. El interés de la trama aumenta cuando pronto se descubre que Jaime - con físico de Imanol Arias- ha tejido su vida a base de mentiras y la acaba traicionando de todos las formas en las que una mujer puede ser traicionada.

Tras esta relación rasgadora, Valerie decide trabajar como puta -el tercer gran apartado de la novela-. Durante estos capítulos, el lector conocerá a algunos de los clientes que buscan a Valerie, sus motivos, sus manías y sus fetichismos… pero también el lado más tierno de su autora, una mujer de éxito que por un cúmulo de circunstancias decidió vender su cuerpo.

Valerie Tasso, conmigo y mi hermano, Joan Manel Tena, tras entrevistarla en el programa de radio que dirige él; Sense Problemes.

Uno de los mayores logros del libro es que la escritora ha realizado un trabajo exquisito en cuanto a la forma, ya que, teniendo en cuenta el tema del que trata, podría haber sido fácil caer en lo sórdido y la vulgaridad. Sin embargo, Tasso –licenciada en Lenguas Extranjeras y Dirección de Empresas- consigue encontrar la palabra adecuada para trasmitir sus emociones, evitando lo malsonante pero también los eufemismos.

Esta obra va más alla de su título. Los que lo lean esperando un diario al uso contando detalles escabrosos y de alto contenido erótico, se decepcionarán. En cambio gustará a los que quieran ser testigos del cambio de una mujer a base de golpes, pero que nunca pierde la fe en sí misma y que consigue mantener un alto nivel de superación y conocimiento.
Y sobre todo, servirá para dar a conocer a una mujer muy inteligente y a una valiente escritora, que se adelantó a futuras críticas alegando: He utilizado el sexo como medio para encontrar lo que todo el mundo busca: conocimientos, placer, autoestima y, en definitiva, amor y cariño. ¿Qué hay de patológico en eso?”.

Próximamente entrevista con la autora.

El 17 de octubre, se estrena la adaptación cinematográfica de Diario de una ninfómana.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Momento de colección: Una noche en la ópera (Hermanos Marx)

- ¿Aceptan propinas a bordo?
- Si, señor.
- ¿Tienes dos billetes de 5?
- Sí, señor.
- Entonces no necesitas los 10 centavos que te iba a dar.

martes, 23 de septiembre de 2008

Rizar el rizo puede ser perjudicial

Vida Winter es una anciana escritora de éxito. Sus lectores adoran sus novelas, pero nadie sabe nada acerca de ella. Ni siquiera su verdadero nombre. En cada entrevista que concede, inventa un pasado. Y el auge de su leyenda tiene mucho que ver con un misterio que rodea su mejor obra: Trece cuentos de cambios y desesperación; ya que tras el cuento número doce sólo hay páginas blancas. El décimotercero parece que no existe.

Margaret se refugia en los libros desde que su madre la culpó de la muerte de su hermana gemela y dejó de hablarle. Ahora trabaja en la librería de su padre y es una biógrafa aficionada.
Un día recibe una misteriosa carta de Vida Winter, quien sintiendo cercana su muerte, le asegura que por primera vez quiere contar la verdad. ¿Pero por qué la ha escogido a ella?
Después de leer la sinopsis el libro puede parecer interesante. Sin embargo, me he llevado una decepción de las grandes. Diane Setterfield -profesora de universidad de literatura francesa- empieza con muy buenas intenciones y un estilo loable, pero después cae en picado.

El mayor logro de la novela es la atmósfera de misterio que la envuelve hasta la mitad de la narración. La escritora sabe usar bien sus cartuchos literarios y va aportando las dosis necesarias para crear un thriller bastante digno: personajes que ocultan grandes secretos, suspense, incógnitas resueltas y nuevos enigmas. ¿Por qué son tan importantes las hermanas gemelas en la historia? ¿Qué pasó con la de Margaret? ¿Quién es realmente Vida Winter? ¿Qué contaba el cuento número trece?

Las páginas se van devorando con ansia porque el lector desea descubrir el gran final que, intuye, le dejará boquiabierto. Espera el último gran truco que lo convierta en un libro redondo. Y sin embargo, una vez descubierto, uno se siente embriagado por un inevitable sentimiento de desazón.

Da la sensación de que la autora ha cultivado durante demasiadas páginas un misterio que luego ha sido incapaz de resolver. El hilo narrativo se le ha liado torpemente y llega a un punto en el que ya no sabe cómo deshacer ese nudo, provocando que se decante por un final apresurado, inverosímil, exagerado e incluso infantil.
En definitiva, Setterfield ha rizado tanto el rizo que lo que ha conseguido es que los últimos capítulos desmerezcan el conjunto de su trabajo, que en principio resultaba interesante.
El recurso de las hermanas gemelas daba juego, pero sin duda, no para tanto.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Mucho más, mucho mejor.


Es mejor si lo que me pasa, me pasa contigo...
Esta foto me gusta porque es imperfecta. Como tú, como yo y como todo lo que realmente merece la pena.

Momento de colección: American Beauty (Sam Mendes)


Me llamo Lester Burnham. Este es mi barrio. Esta es mi calle. Esta es mi vida. Tengo 42 años. En menos de un año habré muerto. Claro que eso no lo sé aún. Y en cierto modo, ya estoy muerto. Aquí me tienen, cascándomela en la ducha. Para mí el mejor momento del día. A partir de aquí, todo va a peor...

jueves, 18 de septiembre de 2008

¿Por qué cuando era pequeña me odiaban las estrellas de Hollywood ?

Siempre me he caracterizado por ser un tanto fantasiosa y peliculera. Cuando era pequeña había visto tantas veces La sirenita y Un, dos, tres ¡Splash! que creía firmemente que cualquier día me saldrían escamas en el cuerpo y una larga cola de pez en lugar de piernas. Salía de la ducha y , mientras me secaba, miraba atentamente mi cuerpo de arriba a abajo intentando encontrar algún indicio de mi inevitable mutación.

Por aquel entonces yo creía que el cine era una especie de teatro tras una pantalla. El mecanismo era así: cada vez que yo quería ver una película le sonaba una alarma- que emitía una luz verde- a un señor que siempre llevaba unos auriculares puestos y que vivía en algún lugar entre mi tele y Hollywood. Él se encargaba entonces de llamar por teléfono a todo el reparto artístico del film para que actuasen en directo. Por eso, dentro de mí, sentía un poco de pudor y vergüenza al repetir tanto las películas.
Imaginaba a los protagonistas de La princesa prometida, Dentro del laberinto o Aventuras en la gran ciudad haciendo su vida: comiendo, durmiendo, de paseo con sus hijos... cuando de repente eran interrumpidos por una llamada. En mi mente, ellos se quejaban, maldecían y resoplaban de mala gana un "bufff. ¿otra vez? qué niña más pesada"... Yo suspiraba, soltaba un tímido "Lo siento" y me sentaba en el sofá, feliz, pero también un poco avergonzada.

Pasé gran parte de mi infancia creyendo que la mitad de estrellas de Hollywood me odiaban y que quizá no era algo bueno ser tan cinéfila.

Momento de colección: Big Fish (Tim Burton)


Dicen que cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se detiene… y es verdad. Lo que no dicen es que cuando se vuelve a poner en marcha, lo hace aún más rápidamente para recuperar lo perdido.

Busco señor para amistad y lo que surja...


Cuando uno lee las historias que Empar Moliner explica en Busco señor para amistad y lo que surja (Ed.Acantilado) tiene dos hipótesis. Una, que la escritora catalana tiene un talento increíble para explicar esas pequeñas cosas que hacen que la vida sea diferente y emocionante. Dos, que está completamente loca. Aunque probablemente estas cuarenta crónicas sean una mezcla de ambas.

Con la excusa de que “no echaban nada bueno en la tele”, esta ex cabaretera y ex actriz va a pedir presupuesto para hacerse un refugio atómico, le escribe una carta al obispo de Barcelona para pedir que la Iglesia Católica la borre de la lista de creyentes, consulta a un adivino sobre el futuro de la lengua catalana (desternillante) o se pasa una semana realizando el trayecto Plaza Cataluña- La Pedrera para ver cuántos pasos ha caminado. Todo ello narrado de forma irónica, sarcástica, con un increíble sentido del humor, pero también con ternura.

Moliner asume el rol de observadora de la vida y encuentra el placer en los pequeños detalles cotidianos, eso sí, siempre tratados desde un punto de vista original y mágico. ¿Quién sino iba a hacer una crítica de la LOCE a través de las anotaciones de una agenda escolar encontrada en la basura? Su propuesta se convierte en un potente revés para aquellos que crean que el periodismo no puede ejercerse de forma original y sobre todo humorística. Estas crónicas resumen la esencia de ese periodismo gonzo por el cual apostaba Hunter S. Thompson y dónde importan de forma equitativa tanto las historias como las peculiares anotaciones que nos propone la autora.

El protagonista de El guardián entre el centeno (J. D. Salinger, 1951), Holden Caulfield, explicaba que sabía cuándo le había gustado un libro si al acabarlo le entraban ganas de ser amigo íntimo del autor, para poder llamarle por teléfono siempre que le apeteciese. Las personas que se enfrentan a la vida diaria con vital optimismo, que ríen viendo series como Ally McBeal y consideran que la vida es un lugar lleno de pequeños placeres, seguramente querrán conseguir el teléfono de Empar y poder pasar largas horas hablando con ella. Total, como tampoco echan nada en la tele...

Reseña publicada en www.ciberanika.com

martes, 16 de septiembre de 2008

El oficio más divertido que un día de vacaciones

Ahora que está tan reciente la vuelta al trabajo y a la rutina, puede parecer inverosímil afirmar que hay oficios que son más divertidos que un día de vacaciones. Sin embargo, si el día a día laboral incluye comer un sandwich con Hugh Grant, recibir un dibujo del creador de Los Simpson o compartir una animada charla con una guapa actriz, quizá los escépticos empiecen a hacerse una idea de que eso es posible.

Jaime Fuertes es crítico cinematográfico y su libro Un negocio de cine (Ed. Almuzara) desvela la cara más amable y la menos conocida de la industria cinematográfica.

Hay libros cuya lectura resulta una experiencia gratificante: se leen de forma amena, nos sorprendemos con las curiosidades que nos cuenta y pasamos un rato agradable. En menos ocasiones suele ocurrir que esa experiencia pase también a ser enriquecedora. En esos casos, al pasar la última página aparece una sonrisa -también puede ir acompañada de un tímido suspiro- en el rostro del lector porque se siente satisfecho; además de entretenerse, ha hecho algo mucho más importante: aprender.

El trabajo de Jaime Fuertes pertenece a esta categoría. Cualquier cinéfilo disfrutará con estos secretos compartidos, pero para los periodistas que aspiren a ser críticos cinematográficos el libro será casi imprescindible. ¿Cómo entrevistar a un actor pedante y no morir en el intento? ¿Cómo enfrentarnos a una buena entrevista si no hemos visto la película? ¿Por qué en la publicidad de determinadas películas aparece una frase glorificadora de un periodista y un medio desconocidos? ¿Qué es una carta de embargo de crítica? ¿Que a algunos periodistas se les pague unos días de hotel en Honolulú para la presentación de una película quiere decir que compran su opinión?
Para los amantes del séptimo arte, Un negocio de cine, resulta sencillamente perfecto. Existen muchísimos libros y manuales que incluyen anécdotas y curiosidades, pero personalmente pocas veces me he encontrado con un libro tan redondo: las páginas van pasando sin que uno se de cuenta y se devoran con avidez y curiosidad. El autor utiliza un estilo cercano que provoca que el lector se sienta un compañero de oficio más y sus vivencias bien pueden utilizarse como consejos.

Jaime Fuertes tenía mucho que contar y tras una lectura tan fructífera no queda más remedio que agradecerle el hecho de que lo haya compartido con nosotros. Ha conseguido descubrirnos la cara menos conocida de este negocio, ha saciado nuestra curiosidad y pequeñas frivolidades sobre las estrellas de Hollywood y lo más importante: nos ha dado la esperanza de creer que un hobby puede convertirse en un oficio y que una jornada laboral puede superar al mejor día de vacaciones.

Más información y fotografías en www.unnegociodecine.es


Próximamente entrevista con el autor.

Reseña publicada en www.ciberanika.com

lunes, 15 de septiembre de 2008

Castillo da Pena, Sintra (Portugal)


En mis sueños sigues siendo la princesa de mi reino...

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Y paseando por Cadaqués me encontré con Dalí quien me advirtió...


... La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco...

martes, 9 de septiembre de 2008

El consuelo de tener a alguien...

Charles Balanda es un hombre de éxito. O, al menos, aparentemente. Se aproxima a los cincuenta y es un arquitecto de prestigio que viaja contínuamente. Está casado con una respetable mujer llamada Laurence y la hija de ésta, Mathilde, le quiere como si fuera su verdadero padre. Sin embargo, un día recibe una carta de tan sólo tres palabras que le cambia la vida: “Anouk ha muerto”. La pérdida de esta mujer, su primer gran amor, hará que todo aquello en lo que ha creído se tambalee y decida dar un brusco giro a su vida.

La nueva novela de Anna Gavalda contiene los ingredientes que ya la hicieron triunfar en sus anteriores trabajos: diálogos realistas, historias de amor y melancolía bañadas en humor y ternura y unos personajes muy humanos, a los que conocemos mejor por sus defectos que por sus virtudes. La mayoría se nos presentan como perdedores sin ilusión, después algo les hace despertar de su letargo y deciden apostar su último cartucho de esperanza para conseguir la felicidad. Y lo mejor, es que la mayoría de veces lo consiguen. De este modo, sus libros parecen darnos una lección: basta ya de quejas, pues al fin y al cabo somos dueños de nuestra vida y podemos hacer que cambie en cualquier momento. ¡Fuera lo que nos hace infelices y luchemos por lo que nos aporta bienestar!

Hasta aquí, el leit motiv que podemos encontrar en sus anteriores novelas -La amaba y Juntos, nada más- y en su libro de relatos -Quisiera que alguien me esperara en algún lugar-. Pero en este consuelo el mensaje puede quedar un poco borroso por la forma.
La autora se ha caracterizado por un estilo directo y sencillo que reproduce fielmente cómo funcionan los pensamientos (entremezclándose) y por los diálogos realistas. Por ese motivo resulta inexplicable que en buena parte de este libro se haya decantado por no usar pronombres, ni nombres propios, escribir algunos diálogos sin comillas y saltar del pasado al presente de forma bastante confusa. Teniendo en cuenta que la novela tiene casi 600 páginas, es un handicap terrible que al lector le cuesta identificar la voz del narrador y se pierda durante bastantes páginas. La escritora francesa ha confesado sentirse “decepcionada” por las numerosas críticas que ha recibido de sus fans, alegando que una novela es más que unos cuantos pronombres y guiones. Tiene razón, sin embargo, este arma de doble filo hace que el lector no se enganche del todo a la historia y tenga que hacer un sobreesfuerzo por leer páginas confusas hasta que le encuentra sentido a todo.

Cuando las cosas van tomando su forma, el resto resulta ameno y divertido. Seremos testigos del gran cambio de Charles y nos daremos cuenta de que la gran historia de amor que hay siempre en las novelas de Gavalda no es entre Charles y Anouk, sino entre Charles y La Vida. Anouk es la excusa para que Charles despierte y decida dejar de sobrevivir para empezar a vivir. En esta segunda mitad del libro, cuando la decisión de cambiar está tomada, el fantasma de Anouk prácticamente desaparece y la fémina protagonista es Kate. La gestación de este amor tardío nos recuerda que siempre hay una oportunidad más para ser feliz y para enamorarse, tal y cómo nos enseñó Nicholas Sparks en sus numerosas novelas y que tienen su máximo exponente en El mensaje.
Mi gran pero a esta obra es que la autora haya obviado la economía narrativa y se haya decantado por narrarnos una bonita historia sobre últimas oportunidades demasiado larga. En cambio, hay que valorar el mundo que ha creado alrededor de sus personajes, que parecen tener vida propia e incluso se atreven a darnos lecciones. Y aquí la más importante es saber que con esfuerzo siempre hay partidas que se pueden ganar. Incluso cuando no se tiene nada, porque entonces se juega sin miedo a perder.
Reseña publicada en www.ciberanika.com

El sinvivir del vivir...


Lucy es una madre de familia que recibe anónimos pornográficos, Alfredo, el padre, va a morir en seis meses y nadie lo sabe. Mariana lucha contra la adolescencia mientras su hermano pequeño, Sergio, asegura que ve fantasmas. El gato está obsesionado con el sexo y el abuelo con recuperar la pasión y las ganas sentirse vivo.

Pudor es una novela de personajes y sentimientos y es difícil decidir cuáles son los verdaderos protagonistas. Es uno de esos libros que una vez acabas de leer, no puedes dejar de pensar en él: en Lucy, en Alfredo o el gato, en lo que les ha tocado vivir, en si se las arreglarán para tirar adelante y en las sensaciones que experimentas después de conocerles.

Roncagliolo se empeña en mostrarnos el lado más oscuro de sus protagonistas, ya que se centra en lo que cada uno de ellos oculta: a pesar de pertenecer a una misma familia, son desconocidos. El lector los conocerá mejor por lo que callan que por lo que dicen y por lo que no se atreven a hacer que por sus acciones. Y es que los secretos tienen un papel primordial en esta historia de soledades, miedos y mundos interiores. Cada uno de los capítulos nos muestra un trozo de vida de un personaje, con un estilo absolutamente visual y cinematográfico. Recordándome particularmente a películas como American Beauty, En la ciudad o especialmente a las de Rodrigo García Cosas que diría con sólo mirarla y Nueve vidas. (Aunque cabe destacar que este año se estrenó la versión cinematográfica de Pudor dirigida por los hermanos Ulloa).

La disección de los protagonistas es exquisita y digo disección porque el lector sentirá adentrarse en lo más profundo de sus almas, allá donde conviven los miedos, los secretos y por qué no, la esperanza: los jóvenes buscan su camino, mientras los mayores anhelan recuperarlo.

Pudor habla también de momentos cruciales en la vida: del momento justo en que decides cambiar de rumbo después de haber tocado fondo. Por ello los fantasmas y la muerte son un miembro más de la familia.
Mediante penes flácidos, gotas de la primera regla, secretarias, asilos, pintauñas negro y condones en sobres de Hello Kitty, el autor nos recuerda lo difícil que son las relaciones y los fantasmas a los que hay que enfrentarse… con una novela que acaba en el momento oportuno: algunas cosas se desvelan, otras permanecerán ocultas y el lector no sabrá qué pasará, al igual que no sabe qué le ocurrirá mañana. Porque Pudor, al fin y al cabo, es un pedacito de la vida misma.
Reseña publicada en www.ciberanika.com

lunes, 8 de septiembre de 2008

Y qué mejor manera de volver a casa que...

disfrutando con todos los sentidos de Chris Martin. ¡Sublime concierto de Coldplay!
And I will try to fix you...