martes, 9 de septiembre de 2008

El consuelo de tener a alguien...

Charles Balanda es un hombre de éxito. O, al menos, aparentemente. Se aproxima a los cincuenta y es un arquitecto de prestigio que viaja contínuamente. Está casado con una respetable mujer llamada Laurence y la hija de ésta, Mathilde, le quiere como si fuera su verdadero padre. Sin embargo, un día recibe una carta de tan sólo tres palabras que le cambia la vida: “Anouk ha muerto”. La pérdida de esta mujer, su primer gran amor, hará que todo aquello en lo que ha creído se tambalee y decida dar un brusco giro a su vida.

La nueva novela de Anna Gavalda contiene los ingredientes que ya la hicieron triunfar en sus anteriores trabajos: diálogos realistas, historias de amor y melancolía bañadas en humor y ternura y unos personajes muy humanos, a los que conocemos mejor por sus defectos que por sus virtudes. La mayoría se nos presentan como perdedores sin ilusión, después algo les hace despertar de su letargo y deciden apostar su último cartucho de esperanza para conseguir la felicidad. Y lo mejor, es que la mayoría de veces lo consiguen. De este modo, sus libros parecen darnos una lección: basta ya de quejas, pues al fin y al cabo somos dueños de nuestra vida y podemos hacer que cambie en cualquier momento. ¡Fuera lo que nos hace infelices y luchemos por lo que nos aporta bienestar!

Hasta aquí, el leit motiv que podemos encontrar en sus anteriores novelas -La amaba y Juntos, nada más- y en su libro de relatos -Quisiera que alguien me esperara en algún lugar-. Pero en este consuelo el mensaje puede quedar un poco borroso por la forma.
La autora se ha caracterizado por un estilo directo y sencillo que reproduce fielmente cómo funcionan los pensamientos (entremezclándose) y por los diálogos realistas. Por ese motivo resulta inexplicable que en buena parte de este libro se haya decantado por no usar pronombres, ni nombres propios, escribir algunos diálogos sin comillas y saltar del pasado al presente de forma bastante confusa. Teniendo en cuenta que la novela tiene casi 600 páginas, es un handicap terrible que al lector le cuesta identificar la voz del narrador y se pierda durante bastantes páginas. La escritora francesa ha confesado sentirse “decepcionada” por las numerosas críticas que ha recibido de sus fans, alegando que una novela es más que unos cuantos pronombres y guiones. Tiene razón, sin embargo, este arma de doble filo hace que el lector no se enganche del todo a la historia y tenga que hacer un sobreesfuerzo por leer páginas confusas hasta que le encuentra sentido a todo.

Cuando las cosas van tomando su forma, el resto resulta ameno y divertido. Seremos testigos del gran cambio de Charles y nos daremos cuenta de que la gran historia de amor que hay siempre en las novelas de Gavalda no es entre Charles y Anouk, sino entre Charles y La Vida. Anouk es la excusa para que Charles despierte y decida dejar de sobrevivir para empezar a vivir. En esta segunda mitad del libro, cuando la decisión de cambiar está tomada, el fantasma de Anouk prácticamente desaparece y la fémina protagonista es Kate. La gestación de este amor tardío nos recuerda que siempre hay una oportunidad más para ser feliz y para enamorarse, tal y cómo nos enseñó Nicholas Sparks en sus numerosas novelas y que tienen su máximo exponente en El mensaje.
Mi gran pero a esta obra es que la autora haya obviado la economía narrativa y se haya decantado por narrarnos una bonita historia sobre últimas oportunidades demasiado larga. En cambio, hay que valorar el mundo que ha creado alrededor de sus personajes, que parecen tener vida propia e incluso se atreven a darnos lecciones. Y aquí la más importante es saber que con esfuerzo siempre hay partidas que se pueden ganar. Incluso cuando no se tiene nada, porque entonces se juega sin miedo a perder.
Reseña publicada en www.ciberanika.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una reseña excelente, clara y que además sabe trasmitir el interés por leer el libro. Al menos a mí así me lo ha motivado.
Tenía pensando hacerlo antes de leer tu reseña, pero ésta me ha motivado aun más, me han entrado más ganitas.

besos entusiasmados