martes, 23 de septiembre de 2008

Rizar el rizo puede ser perjudicial

Vida Winter es una anciana escritora de éxito. Sus lectores adoran sus novelas, pero nadie sabe nada acerca de ella. Ni siquiera su verdadero nombre. En cada entrevista que concede, inventa un pasado. Y el auge de su leyenda tiene mucho que ver con un misterio que rodea su mejor obra: Trece cuentos de cambios y desesperación; ya que tras el cuento número doce sólo hay páginas blancas. El décimotercero parece que no existe.

Margaret se refugia en los libros desde que su madre la culpó de la muerte de su hermana gemela y dejó de hablarle. Ahora trabaja en la librería de su padre y es una biógrafa aficionada.
Un día recibe una misteriosa carta de Vida Winter, quien sintiendo cercana su muerte, le asegura que por primera vez quiere contar la verdad. ¿Pero por qué la ha escogido a ella?
Después de leer la sinopsis el libro puede parecer interesante. Sin embargo, me he llevado una decepción de las grandes. Diane Setterfield -profesora de universidad de literatura francesa- empieza con muy buenas intenciones y un estilo loable, pero después cae en picado.

El mayor logro de la novela es la atmósfera de misterio que la envuelve hasta la mitad de la narración. La escritora sabe usar bien sus cartuchos literarios y va aportando las dosis necesarias para crear un thriller bastante digno: personajes que ocultan grandes secretos, suspense, incógnitas resueltas y nuevos enigmas. ¿Por qué son tan importantes las hermanas gemelas en la historia? ¿Qué pasó con la de Margaret? ¿Quién es realmente Vida Winter? ¿Qué contaba el cuento número trece?

Las páginas se van devorando con ansia porque el lector desea descubrir el gran final que, intuye, le dejará boquiabierto. Espera el último gran truco que lo convierta en un libro redondo. Y sin embargo, una vez descubierto, uno se siente embriagado por un inevitable sentimiento de desazón.

Da la sensación de que la autora ha cultivado durante demasiadas páginas un misterio que luego ha sido incapaz de resolver. El hilo narrativo se le ha liado torpemente y llega a un punto en el que ya no sabe cómo deshacer ese nudo, provocando que se decante por un final apresurado, inverosímil, exagerado e incluso infantil.
En definitiva, Setterfield ha rizado tanto el rizo que lo que ha conseguido es que los últimos capítulos desmerezcan el conjunto de su trabajo, que en principio resultaba interesante.
El recurso de las hermanas gemelas daba juego, pero sin duda, no para tanto.

2 comentarios:

nuwi dijo...

Nena, espero ansiosa un comentario sobre Firmin o esa entrañable rata de biblioteca, que parece ser que es uno de los ultimos libros que has leído. Estuve dudando comprármelo cuando lo vi en la fnac, es tan mona la rata...aisss. Cuéntanos qué tal y si merece la pena!!
Un besito!

Patricia Tena dijo...

Chumbi, gracias por escribir. Eres mi lectora más fiel jejeje. Pues lo leí en verano y me enamoré de esta encantadora rata (en el libro se incluyen unos dibujos sobre ella que te parten el corazón). Tengo previsto hacer algún comentario, no te preocupes :) Sólo te diré que después de ver Ratatouille y de leer este libro, nunca volveré a ver a las ratas igual...
El libro de cine es muy interesante. Ya te lo dejaré. En breve publicaré la entrevista que le hice al autor (q es un encanto).