jueves, 17 de julio de 2008

Adiós, pequeña, adiós...

Cuando medio mundo estaba conmocionado por la reciente desaparición de Madeleine McCann, otra noticia salía a la luz: Gone, baby, gone, película dirigida por Ben Affleck, veía su estreno en el Reino Unido retrasado por el parecido que había entre su filme y el caso de la niña británica.
Después de haber visto la película, cuyo título ha sido traducido en España por Adiós, pequeña, adiós, debo decir que no he encontrado prácticamente similitudes salvo lo obvio: dos niñas de cuatro años que desaparecen, que la hipótesis más viable es que hayan sido secuestradas, y eso sí, un parecido físico sorprendente y el hecho de que la jovencísima actriz se llame en realidad Madeleine. A partir de aquí, poco más.

Probablemente con sólo visionar las primeras imágenes a más de uno ya le ronde por la cabeza la sensación de que le recuerda a Mystic River. Y no se equivocan. Ambas películas son adaptaciones de novelas del escritor Dennis Lehan y, por lo tanto, recrean una atmósfera similar: suburbios conflictivos, hombres con secretos, pedófilos y la certeza de que el ser humano es complejo: nadie es del todo bueno ni del todo malo.

En un barrio obrero de Boston desaparece de la noche a la mañana Amanda McCready, una preciosa niña de cuatro años. Nadie pide rescate y no hay ninguna pista. La policia baraja como principal hipótesis que la pequeña haya sido secuestrada por algún pederasta. La tía de Amanda contrata a dos jóvenes detectives con poca experiencia pero reconocidos por saber moverse en el barrio y tener contacto con narcotraficantes, camellos o ex presidiarios.

Esta joven pareja, Patrick Kenzey y Angie Gennaro (Casey Affleck y Michelle Monaghan), decide aunar fuerzas con el detective Remy Bressant (Ed Harris) y el capitán de la policía Jack Doyle (Morgan Freeman) para encontrar a la niña y descubrir qué oculta su descuidada madre, una mujer alcohólica y drogadicta que una noche cometió el error de dejarla sola en casa.

Es palpable que la recinte paternidad de Ben Affleck ayudó favorablemente al resultado final: el actor -que ya despuntó como guionista de la interesante El indomable Will Hunting- ha sabido reflejar sabiamente la incertidumbre y los sentimientos encontrados que afectan a todos los personajes sin caer en los tópicos de las películas de sobremesa de Antena3.

Los actores interpretan sus papeles a la perfección: la madre de la niña (Amy Ryan) ofrece probablemente la mejor actuación de todas, poco hay que decir de los veteranos Morgan Freeman y Ed Harris, Casey Affleck -hermano de Ben-, puede que sobreactúe a veces, pero borda la dualidad de su personaje y demuestra que no tiene el papel sólo por enchufe familiar. Eso sí, la guapa Michelle Monaghan está absolutamente desaprovechada, ya que exceptuando el final, su papel es el de mujer florero con apariciones casi fantasmagóricas en las que acompaña a su pareja sin apenas intervenir.

De esta forma, Adiós, pequeña, adiós se teje como un interesante drama con toques de thriller y con una alta carga de moralidad.
Es difícil hablar de la película sin contar las piezas claves del argumento. La trama va tomando giros inesperados que provocan varios falsos finales pero que, lejos de ser un handicap, le dota de mayor realismo. El espectador jugará a ser detective y creerá más de una vez que el caso está resuelto cuando de repente tome un nuevo giro y significado la investigación. En el más importante parece desvelarse qué ocurrió realmente con Amanda. Y es a partir de ahí mismo, cuando la película vive sus momentos más sorprendentes.

Kenzey sabe que en ese rompecabezas no encajan las piezas y sigue investigando por su cuenta, poniendo en peligro su vida, su relación de pareja e incluso su calidad humana.
Conforme van llegando los últimos minutos, es probable que el espectador haya reunido las pistas que le han dado y sepa cuál es el final. Aún así, eso no hará que la calidad del filme decaiga. En ese momento creemos saber qué haríamos nosotros en su lugar, pero hay tantos factores a tener en cuenta... La escena final tiene una fuerza brutal. ¿Ha hecho bien o ha hecho mal?
A veces lo peor no es intentar resolver un caso tan dramático como este, sino enfrentarte a un dilema moral superior a ti: ¿Qué es lo correcto? ¿Hasta dónde puedes decidir tú? ¿Merece la pena implicarte tanto como para que cambie tu vida?
Adiós, pequeña, adiós podría haber sido un thriller norteamericano más, sin pena ni gloria, si no fuera por el final y la cuestión que plantea. Sólo por eso merece la pena darle una oportunidad. Cuando hayan desaparecido los títulos de crédito, probablemente seguiremos dándole vueltas y pensando si la decisión más ética era la más acertada. Una película para reflexionar y pensar.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es verdad, no es un "peliculon" pero si una peli que no olvidas tan facilmente por todo lo que te hace pensar y dar vueltas una vez sale la palabra "FIN".Pasan los minutos, las horas, y aun sigues pensando en ella, el final era apropiado? es mejor otro final?En fin una pelicula recomendable.Pepi