Después de tres años cantando sus canciones en el coche, por fin el sábado él nos acompañó.
En nuestra historia hay muchas canciones para recordar, pero ésta siempre nos levantó el ánimo (incluso levantándonos a las 4.30 para ir a trabajar).
Ya no puedo darte el corazón
iré donde quieran mis botas
y si quieres que te diga qué hay que hacer,
te diré que apuestes por mi derrota.
Quítate la ropa, así está bien
no dejes nada por hacer
si has venido a comprarme, ¡lárgate!
si vas a venir conmigo, ¡agárrate!
Larguémonos, chica, hacia el mar
no hay amanecer en esta ciudad
y no sé si nací para correr,
pero quizás sí que nací para apostar.
Sé que ya nada va ocurrir
pero ahora estoy contra las cuerdas
y no veo ni una forma de salir
pero voy a apostar fuerte mientras pueda.