
Volví a encontrarme otra vez con Annie. Ocurrió en la parte alta del oeste de Manhattan. Se había vuelto a instalar en Nueva York. Vivía en Soho con no sé quién. Y cuando me la encontré se lo llevaba al pobre a rastras para ir a ver, nada menos, que Le chagrin et la pitie. Así que lo consideré un triunfo personal. Annie y yo almorzamos juntos poco después, y, bueno, recordamos viejos tiempos.
Después se nos hizo tarde, los dos teníamos que irnos, pero fue magnífico ver a Annie otra vez, ¿verdad?. Comprendí que era una persona estupenda y lo agradable que había sido conocerla... Y me acordé de aquel viejo chiste, ya saben, el del tipo que va a ver al psiquiatra y le dice: "Doctor, mi hermano se ha vuelto loco. Se cree que es una gallina". Y el médico le contesta: " Bueno, ¿y por qué no hace que lo encierren?". Y el tipo le replica: "Lo haría, pero es que necesito los huevos".
En fin, yo creo que eso expresa muy bien lo que siento acerca de las relaciones entre personas. ¿Saben? son completamente irracionales, disparatadas y absurdas... pero creo que las seguimos manteniendo porque la mayor parte de nosotros necesitamos los huevos.